Introducción


“Entró en fuego el batallón carlista de Arlanzón (2º de Castilla), resistiendo a pecho descubierto, y conociendo Velasco (Gerardo Martínez de Velasco) que empezaban a escasear las municiones, le reforzó con el batallón del Cid (1º de Castilla), que subió a la carrera, desplegó una guerrilla por su izquierda y ayudó a los de Arlanzón a sostener la posición. Solos aquellos dos batallones, que apenas contaban cada uno 400 plazas, sin esperanza de refuerzo y al descubierto, hicieron tan heroica resistencia que fue la admiración de todos. Allí mostraron una vez más aquellos bravos castellanos, que siendo los más desatendidos eran los más valientes”.
(Antonio Pirala Criado: Historia Contemporánea. Anales desde 1843 hasta la conclusión de la última Guerra Civil. Acción del paso de Muñécaz o de las Muñecas, Vizcaya, 28 de abril de 1874)

Juicios parecidos, podemos encontrar en muchos de los autores que han estudiado el Carlismo, pero he entendido que debía reseñar el de un autor decididamente liberal, como lo era Pirala, aunque su reconocimiento hacía los castellanos, no esté exento de mala intención respecto del Carlismo en general. El caso es que, hace ya muchos años, se despertó en mí la pasión por la Historia de España y el paso del tiempo fue decantando mi interés hacia el Carlismo y dentro de su ya casi bicentanaria andadura, mi trabajo se iría centrando paulatinamente en el Carlismo castellano. Mi atracción se basaba en dos aspectos: primero, el intento de que mis esfuerzos pudieran contribuir a dar al Carlismo su verdadera dimensión, alejándolo de esa malévola o ignorante visión que lo reduce a algo pretérito y propio de vascongados o navarros, tan sólo comprometidos con una determinada bandería dinástica, y segundo, mi doble afinidad sentimental con él, por origen y carácter, además de entender que en ellos se encontraba representado el Carlismo más sacrificado y sincero.
En mi trabajo, El levantamiento carlista de Castilla la Vieja, intenté demostrar su importancia, cuantificando, en la medida de lo posible, ese primer movimiento castellano, no sólo a favor de los derechos de don Carlos María Isidro, sino también en los principios que representaba, pero haciendo también hincapié en los protagonistas, pues ponerles nombre y apellidos, ha sido otra de mis preocupaciones desde que me atreví a escribir sobre la Historia de España. Fruto de ese interés, fue el apéndice que acompañaba aquel trabajo, en el que incluía unas decenas de breves notas biográficas, sobre algunos de los actores de aquel movimiento en Castilla la Vieja.
Desde entonces, siempre tuve intención de completar aquel, podríamos decir, mini catálogo de carlistas castellanos, ampliándolo todo lo que me fuese posible y abarcando toda la historia del Carlismo. Son miles los nombres de carlistas que constan, tanto en libros como en archivos, pero no era fácil determinar, excepto claro está, aquellas pocas decenas que habían alcanzado más notoriedad, quiénes de aquellos hombres habían nacido en tierras de Castilla. Decidí por ello y con intención de hacer más asequible mi empeño, acotar el trabajo a los combatientes, eso sí, desde la Primera Guerra decimonónica hasta la que asoló España de 1936 a 1939. Reuní más de dos mil nombres, que por zona de actuación o por las unidades en las que estuvieron destinados, evidenciaban su origen castellano. Lamentablemente una cosa era confeccionar esa lista y otra muy distinta, encontrar los datos suficientes sobre ellos, como para poder dedicarles es mínimo de páginas que su esfuerzo merecía. Así, la lista ha quedado reducida finalmente a solo unos cientos. Estoy seguro, sin embargo, que son ejemplo suficiente de todos aquellos otros a los que la Historia, nunca podrá hacerles justicia.
Y para que las dificultades editoriales previsibles, no entierren nuevamente a la mayoría de los que he conseguido recuperar, he decidió crear esta página para asegurar así su pervivencia a los ojos de todos aquellos que curiosos de nuestro pasado quieran acercarse a ella.

lunes, 3 de enero de 2011

Don Juan Crisóstomo APELLÁNIZ ALBÉNIZ

Nació en Logroño (La Rioja) en el año 1798, según la escueta Hoja de Servicios que existe en su Expediente Personal1. Hoja que pertenece al Ejército carlista, concretamente al batallón de Infantería <<2º de Castilla>> y que tan sólo alcanza hasta el día 23 de diciembre de 1835. Por ella sabemos que era Teniente, graduado de Capitán del batallón de <<Voluntarios Realistas de Logroño>>, y que se unió el día 7 de octubre a don Santos Ladrón de Cegama, a cuyas órdenes asistió a la acción de Los Arcos (Navarra) el día 11 de octubre, tras la cual regresó a Logroño, para combatir, ahora, a las de don Basilio Antonio García en el puente de Logroño, el día 26 de ese mismo mes y año.
Las siguientes acciones que se reflejan en su Hoja de Servicios corresponden ya al año 1834 (fue reconocido como Subteniente de Infantería con fecha 4 de noviembre de este año), siendo la primera la que tuvo lugar el día 18 del mes de septiembre, en Villarcayo (Burgos). Que estuviese presente en este combate, nos permite deducir que formó parte de la expedición que dirigió otro de nuestros protagonistas, el Brigadier don Manuel Sanz y en la que formaban en puestos destacados otros de nuestros protagonistas, como el General don José de Mazarrasa, jefe de Estado Mayor y el Brigadier don Francisco Vivanco, segundo jefe. No podemos detenernos en el estudio de esta expedición, pero conociendo las unidades que la formaban, entendemos que se encontraría encuadrado el batallón de Infantería <<3º de Álava>>. También, según su Hoja, asistió a la que tuvo lugar durante los días 27 y 28 de octubre, en los campos de Vitoria (Álava). Y en el año 1835, en el bloqueo de Maestu (Álava), el 31 de enero; campos de Briñas (La Rioja), el 29 de junio; segundo sitio de Bilbao (Vizcaya); Salinas del Rosío (Burgos), el 4 de octubre; alrededores de San Sebastián (Guipúzcoa), el 24 de noviembre…
En el resto de la documentación existente en su Expediente, encontramos otros datos interesantes, por ejemplo que entre la documentación presentada para la revalidación de sus empleos y grados, se encontraba el Real Despacho firmado por don Carlos en Amurrio (Álava), el día 1 de diciembre de 1837, del grado de Teniente coronel de Infantería, en premio a su destacada actuación en la toma de Segovia el día 4 de agosto. Lo que nos permite saber que estuvo en la expedición de don Juan Antonio Zaratiegui, y además, según otra información recogida en dicho Expediente, que era Capitán del batallón de Infantería <<5º de Castilla>>. También consta que fue herido en la acción de Retuerta (Burgos) el día 7 de octubre, siendo hecho prisionero en el hospital establecido en la localidad de Santo Domingo de Silos (Burgos), siendo trasladado a Burgos y luego a Vitoria, desde donde fue canjeado en el mes de abril de 1838. A la conclusión de la guerra en el Norte, se encontraba encuadrado en el Cuerpo de Inválidos de Álava2.
Como Capitán, Teniente coronel graduado, el 11 de abril de 1840, solicitó su revalidación y licencia “ilimitada” para Logroño, pero como quiera, que no acreditó su empleo de Capitán de Infantería, inicialmente no se atendió a su solicitud. Conocemos otra instancia suya, fechada en Logroño el día 5 de noviembre de 1841, en la que hace referencia a la de 11 de abril y otras de 13 de enero y 31 de mayo de 1841, insistiendo en su petición. Ahora, aportaba justificante de su empleo, con el nombramiento de Capitán efectivo firmado por don Miguel Gómez, el día 9 de noviembre de 1836. Con lo que también sabemos que, había estado a sus órdenes en la expedición que recorrió España, del 26 de junio al 19 de diciembre de 1836, posiblemente como Teniente en el <<5º de Castilla>>. Obtendría así su revalidación, con fecha 28 de diciembre de 1842 y antigüedad del Convenio.
Quedó destinado en calidad de “supernumerario” en el regimiento <<Borbón>>, 17º de Infantería. El día 3 de enero de 1844, por “gracia general”, ascendía a 2º Comandante de Infantería, quedando en situación de “reemplazo” en Logroño. En el mes de marzo siguiente, recibió Orden para trasladarse al Depósito de Jefes y Oficiales, establecido en la localidad de Briviesca (Burgos), desde donde, con fecha 28 de junio de 1844, reclamaba el pago de su sueldo, que decía llevaba ocho meses sin cobrar. En esta situación se encontraba cuando recibió Orden, fechada el día 5 de agosto, comunicándole que quedaba en “expectativa de destino” y otra anunciándole que se encontraba “destituido” de sueldo, hasta que se le fijase por el Inspector General de Infantería. El motivo de tal decisión lo podemos encontrar en otro documento obrante en su Expediente, es un informe de la Comisión de Jefes de la Inspección General de Infantería, de fecha 1 de agosto de 1844, al Ministro de la Guerra, en el que se alude a un informe del Capitán general de Castilla la Vieja, en el que se decía que:
“…el interesado tiene 46 años de edad, que quedó de reemplazo por ser supernumerario; que tiene robustez para la fatiga, poca capacidad y regular aplicación, y carece de instrucción de ordenanza, táctica, contabilidad y gobierno interior económico, porque no ha estudiado sus obligaciones hasta su ingreso en el depósito; que es de buena conducta y de estado casado, y le considera sin aptitud para ser colocado en el Ejército hasta que adquiera más instrucción…”.
En base a lo cual Comisión concluía que:
“…atendiendo a su poca capacidad ya no pasar de regular su aplicación, pues que si fuere mucha podría esperarse adquiriese pronto la instrucción conveniente para continuar con utilidad en la Carrera, considerando también que nada ha adelantado en el tiempo que estuvo agregado al Regimiento de Borbón, como el que su edad no es ya la más a propósito para dedicarse a los estudios; todas estas circunstancias me hacen inclinar el animo a V.E. para que le declare no apto para el reemplazo, y que se le expida su Licencia Absoluta o lo que le corresponda por Reglamento y Ordenes vigentes…”.
Pasó entonces a residir nuevamente en su ciudad, desde donde, con fechas 27 de agosto, 25 de septiembre y 16 de diciembre de 1844, insistía en lo penoso de su situación.
Por fin con fecha 24 de mayo de 1845, se le concedió el “retiro” definitivo, con residencia en Logroño, señalándose el sueldo correspondiente. Circunstancia para la que fue determinante en poder acreditar su “inutilidad”, a consecuencia de la herida recibida de disparo de fusil, “en el tercio inferior de la tibia derecha”, habiéndole quedado esa pierna anquilosada. En su Expediente existen dos documentos al respecto: Uno de 13 de marzo de 1845 de la Inspección e Medicina y Cirugía, dictaminando dicha inutilidad. Decía concretamente el responsable de dicho Servicio: “…soy de la opinión que el oficial Apellániz se halla inútil para el servicio de las armas a causa de la herida que recibió en campaña”. Y otro posterior, de la Sección de Retiros del Ministerio de la Guerra, en la que se hace una relación de las circunstancias de nuestro protagonista, concluyendo igualmente su informe al Tribunal Superior del Ministerio de Guerra y Marina que: “…el oficial Apellániz se halla inútil para el servicio de las armas a causa de la herida que recibió en campaña, y que sin necesidad de un nuevo reconocimiento, se puede manifestar así el Tribunal”.
El siguiente dato que conocemos es que, el día 13 de julio de 1857, se le dio licencia para contraer matrimonio con doña Segunda Pérez Calvo, entendemos que en segundas nupcias, pues anteriormente había acreditado estar casado y ser padre de cinco hijos. Y finalmente que, doña Segunda instó expediente de pensión de viudedad, el día 11 de agosto de 1874, por lo que deducimos que don Juan fallecería, en Logroño, en los primeros días de ese mes de agosto o en el de julio de ese año de 1874.
1 .- Archivo General Militar de Segovia.

2 .- Aparece en el listado que de la División de Castilla facilitó Maroto (Archivo General Militar de Madrid. Sección Guerras Carlistas. Rollo 5, carpeta 17) y en la “Relación de Jefes y Oficiales procedentes del Convenio de Vergara revalidados en sus empleos” (Archivo General Militar de Madrid. Sección Guerras Carlistas. Rollo 5, carpeta 45).

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